Había una vez había dos festividades que se celebraban al
mismo tiempo en dos pueblos adyacentes. Una de ellas se celebraba en honor de
la victoria y la otra en preparación para la guerra.
Los habitantes de los dos pueblos podían asistir a cualquiera de ellas. Cada año, la mitad de la gente decidía asistir la preparación para la guerra y la otra mitad a la celebración de la victoria.
Si vos tenés que elegir , a que fiesta asistirías?
Los habitantes de los dos pueblos podían asistir a cualquiera de ellas. Cada año, la mitad de la gente decidía asistir la preparación para la guerra y la otra mitad a la celebración de la victoria.
Si vos tenés que elegir , a que fiesta asistirías?
Está claro que cualquier persona en su sano juicio asistiría a la celebración de la victoria. Quien querría ir a una fiesta en la que el objetivo es prepararse para la guerra?
A veces tiene que pasar mucho tiempo y tenemos que soportar mucho dolor
en nuestro cuerpo para darnos cuenta que
usualmente hemos estado escogiendo la fiesta de la guerra. Vivimos preparándonos constantemente para el combate, participando ocasionalmente en escaramuzas para
mantenernos alerta y en buena forma. En realidad, estabamos autoengañándonos
creyendo que elegíamos la victoria. Cuando finalmente aprendemos a escuchar a nuestro cuerpo,
éste nos dise algo totalmente distinto.
Es imposible engañara al cuerpo. Una vez que establecemos un
canal de comunicación sin obstáculos, nuestro organismo nos indica cuándo
debemos tomar las decisiones adecuadas para nosotros y se opone insistentemente
cuando elegimos la ruta destructiva.